Este enfoque ambiental, junto con lo social, ha empezado a destacarse en la industria de moda colombiana, la cual es cada vez más consciente de la importancia de reducir su impacto negativo sobre el planeta, generar bienestar en su entorno y, de esta manera, ofrecer en sus productos valor agregado para la nueva ola de consumidores sostenibles, tanto locales como internacionales.
Así lo avalan organizaciones internacionales. Por ejemplo, según el IMD –World Competitiveness Yearbook, Colombia es el primer país de América Latina en prácticas éticas y desarrollo sostenible, y el segundo en responsabilidad social de la región.
“La moda colombiana se ha destacado en el exterior por su calidad, diseño, innovación y flexibilidad en volúmenes de entrega. Ahora, la sostenibilidad es un quinto pilar que exigen cada vez más los consumidores en el exterior, por lo que las empresas están enfocándose cada vez más en ello. Desde ProColombia, seguiremos incentivando a las compañías del sector para que se certifiquen en procesos ambientales y sociales”, indicó Flavia Santoro, presidenta de ProColombia.
Tendencias mundiales
Según un análisis de ProColombia, la transición del denominado Fast Fashion (moda rápida) al Slow Fashion (moda lenta) continuará experimentándose en los próximos años. Los consumidores, más conscientes del impacto negativo que puede generar la industria de la moda sobre el medio ambiente, buscan mayor transparencia en la procedencia, costos y materiales usados en la fabricación de los productos que adquieren. Así pues, el enfoque de las 3R en las empresas de la industria (Reciclar, Reducir, Reutilizar) formará parte de la estrategia de venta y el ADN de marca para diferentes empresas.
De acuerdo con información de Fitch Connect, se observa una tendencia en desarrollo de los principales minoristas de fast fashion que se diversifican en el mercado de reventa seleccionando y curando colecciones de ropa de segunda mano. Uno de los principales impulsores de la adopción de prendas de vestir y calzado de segunda mano es la creciente demanda de estos productos por parte de los consumidores que son más conscientes del impacto medioambiental de la moda.
Según el estudio de la entidad, la estacionalidad y los materiales de baja calidad utilizados en el sector de la moda rápida, por ejemplo, ha llevado a una cultura de ropa y calzado desechables, con artículos usados por un corto período de tiempo y luego desechados y ha surgido una creciente reacción entre los estados desarrollados y consumidores de este modelo de negocio que no es sostenible.
Si bien actualmente no está muy extendido, se ve la posibilidad de que los gobiernos impulsen a las empresas a formar parte de una economía circular más amplia por ley. Se observa que Francia ya aprobó una ley contra el desperdicio de bienes, incluida la ropa, en febrero de 2020 como parte de la creación de un marco de economía circular.
Del mismo modo, empresas de la industria están replanteando el modelo tradicional de colecciones por temporadas a un esquema de producción de prendas atemporales que permita reducir los niveles de inventario, centrando la estrategia de surtido en la demanda y buscando la flexibilidad en la producción de nuevos productos.
Fuente: ProColombia/Indumentaria Online