La invasión de ropa China en Argentina: Un desafío para la industria textil local

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La industria textil argentina se encuentra en una situación crítica, ya que la importación de ropa china barata y de baja calidad está creciendo sin parar. El gigante asiático representa el 70% de las importaciones textiles, desplazando la producción nacional y el trabajo argentino.

Las causas del problema son:

  • Desregulación del régimen courier y flexibilización aduanera
  • Falta de controles sobre plataformas digitales
  • Subsidios estatales chinos a los envíos internacionales
  • Uso masivo de plataformas digitales chinas que operan directamente sobre el consumidor argentino

 

Las consecuencias de todas estas medidas:

  • Cierre de fábricas locales y pérdida de empleos
  • Erosión de la red comercial local
  • Pérdida de recaudación fiscal
  • Competencia desleal para las marcas nacionales

 

 

¿Qué se está haciendo en otros países? En Europa,Francia aprobó una ley que impone un eco-impuesto por prenda y prohíbe la publicidad del ultrafast fashion, en Estados Unidos se eliminó la exención de impuestos a los envíos de bajo valor, en México se ravó con un 33,5% los envíos de plataformas digitales provenientes de países sin acuerdo comercial

 

¿Qué se puede hacer en Argentina?:

  • Regular las plataformas digitales y el régimen courier
  • Exigir certificaciones de calidad y trazabilidad
  • Establecer aranceles y impuestos justos
  • Proteger la industria textil local y el trabajo argentino

A simple vista, la ropa barata parece una buena noticia: el consumidor paga menos y recibe el producto en su casa. Pero esa ventaja individual puede esconder un costo colectivo mucho más alto. Lo que no se paga en el carrito se paga después, en empleo perdido, producción nacional debilitada, menor recaudación y la renuncia de generar polos productivos que generen valor agregado a nuestras materias primas a lo largo y ancho del país.

Cada paquete que ingresa por courier o desde plataformas digitales extranjeras elude los impuestos y controles que cualquier empresa argentina sí está obligada a cumplir. Es la doble pérdida: se reemplaza producción local con importaciones baratas y, al mismo tiempo, esas plataformas venden en Argentina sin tributar en Argentina. Y ni siquiera el consumidor queda plenamente protegido: recibe productos de dudosa calidad, sin certificaciones de calidad, sin trazabilidad, sin garantías sanitarias o ambientales, y sin información sobre origen o proceso productivo.

Lo barato puede salir caro. Cuando no se regulan ni se fiscalizan los nuevos canales del comercio digital, se distorsiona la competencia y se debilita estructuralmente a la industria nacional, que queda obligada a competir en condiciones claramente desiguales.

Porque lo que está en juego no es solo el precio de una prenda, sino el futuro productivo de la Argentina y la capacidad de compra de un asalariado actual sin trabajo mañana.

Fuente: Fundación Pro Tejer

 

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